

Si nos damos un Paseo por Gran Vía, dirección a Plaza España, pasaremos del Madrid más señorial y noble, al Madrid más divertido y descarado: grandes carteles que cubren fachadas enteras anunciando la última producción hollywoodiense, numerosos teatros donde empiezan a curtirse nuevos talentos o donde viejas glorias apuran sus últimos minutos de fama, y rótulos luminosos y neones que deslumbran a todo viandante y le llevan a Broadway o al West End londinense.
Madrid ha sido, es y será el centro neurálgico del cine español. Un escenario donde poder filmar cualquier historia, porque cualquierea que sea la trama, tiene cabida en “los madriles”: una historia social en carabanchel, los problemas y tormentos de un “señorito” madrileño del barrio de Salamanca, o una historia de bares en Lavapies.
No hay comentarios:
Publicar un comentario