sábado, 12 de mayo de 2007

Versalles y María Antonieta

El magnífico palacio de Versalles fue construido por Luis XIV cerca de París para alejarse de los problemas de la corte. Lo que en 1660 empezó siendo un pabellón de caza acabó convirtiéndose en residencia real y uno de los palacios más impresionantes del mundo.
Con Luis XVI y María Antonieta empieza el declive del lugar, máxima representación de un sistema de gobierno caduco que acabó manchado de sangre.

La reina María Antonieta, igual que su marido, murió guillotinada en el convulso París de finales del siglo XVIII. El pueblo se ensañó especialmente con ella y la acusó de superficial, derrochadora e insensible a los problemas de sus súbditos. Se le atribuye la famosa frase "si la gente no tiene pan que coma pasteles", cuando media Francia estaba muriéndose de hambre. Hoy se sabe que nunca la pronunció, que en realidad fue una mujer infeliz, casada a los quince años en un país extranjero y que buscó en los brazos de un conde sueco lo que no pudo encontrar en palacio (tardó siete años en consumar el matrimonio con el rey). Algunas de las cartas que escribió a su amante fueron encontradas en un castillo de Suecia a finales del siglo XIX y gracias a ellas hemos podido conocer a una mujer más humana y cercana de lo que imaginábamos.


Inspirándose en la biografía que hace de ella Antonia Fraser, Sofia Coppola ha querido ofrecer con María Antonieta la versión de una adolescente perdida y sola en medio de una corte llena de maldad. La tercera película de Sofía repite el tema, que ya aparece en Las vírgenes suicidas y Lost in traslation, de mujeres que están empezando a ser adultas y buscan su lugar en el mundo. El filme no convenció en Cannes ni a los críticos ni al jurado y ha sido acusada de poco rigor histórico. Ella ha confesado que su verdadera intención era contar una historia íntima y no perderse en la grandeza de un Versalles que el gobierno francés permitió excepcionalmente que se llenara de extras y caballos. Sofia ha afirmado en alguna de sus entrevistas que "al rodar en un museo se palpaba la frialdad del lugar" y que tuvo que hacer un gran esfuerzo para convertir un castillo en un hogar habitado por personas.

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